
Graffiti del artista británico Banksy
Leí hace poco el comentario que hizo el empresario multimillonario norteamericano Warren Buffett, uno de los tres hombres más ricos de Norteamérica (y, sin embargo, con una gran conciencia social). En un artículo publicado el 14 de Agosto de 2.011 en el New York Times titulado «Dejad de mimar a los superricos» declaró:
…Claro que hay una lucha de clases, pero es mi clase, la clase de los ricos, la que está librando esta guerra. Y la estamos ganando…
A raíz de la famosa Transición y la instauración de la democracia en España, se nos lanzó el mensaje a menudo de que «ya no había lucha de clases«. Pero los acontecimientos de estos últimos años con sus secuelas de crisis, desempleo, recorte de servicios sociales, el contubernio entre la clase política y la banca, la altísima corrupción y demás, nos demuestran cada vez más que sí, que el millonario yanqui tiene razón: desde los comienzos de la Humanidad hubo, hay y habrá lucha de clases… y siempre la perdemos «los de abajo».
Pero vamos a dejar -de momento- la política y vamos a plantearnos otra cuestión: ¿qué es el Arte? o más bien, ¿para qué sirve el Arte?…
Dejando aparte los innegables valores estéticos digamos, por resumir, que el Arte es el fruto de la mirada que personas con una especial sensibilidad para todo lo que nos rodea, captan y nos transmiten. Saben ver, y saben contarlo.
Dentro del Arte, la literatura, el teatro y el cine han sido facetas con frecuencia muy combativas y dadas a la denuncia social pero, ¿y las artes plásticas?, ¿hay denuncia en la artes visuales?…Por supuesto que sí. Y no me refiero al arte «transgresor» de las vanguardias, sino a aquellas manifestaciones que artistas concienciados socialmente han sabido plasmar, con la intención tanto de desahogarse como de implicar al resto de la sociedad.
En un artículo anterior para Extremacultura hablamos sobre el Arte Contemporáneo. Y comentamos el escepticismo que a menudo despierta en tanta gente, aficionados al arte o no, por su excesivo mercantilismo. Un mundo de ferias, galeristas, críticos, comisarios y coleccionistas, todos ellos con criterios a veces muy «particulares», que pueden encumbrar a determinados artistas, más o menos mediáticos, más o menos escandalosos, más o menos comerciales, más o menos discutibles…

Un comentario común es que «el arte contemporáneo es una mierda»…Aquí vendría a colación la exposición que en Mayo de 1961 realizó en la galería Pescetto, en Albissola Marina, el artista italiano Piero Manzoni: 90 latas -numeradas y firmadas- rellenas con 30 gramos de heces y tituladas «Mierda de Artista». Se vendieron, todas, a la cotización de su peso en oro, aunque en las sucesivas reventas y subastas han centuplicado su precio. Tras morir Manzoni, su amigo Agostino Bonalumi dijo que realmente estaban rellenas de yeso…aunque tiempo después una de las latas, debido a la fermentación de su contenido reventó, comprobándose que sí, que estaban rellenas de «mierda de artista». Otras «obras» suyas, en su línea, fueron una serie de globos rellenos con su aliento, titulados «Cuerpos de Aire»…
Un precursor del arte conceptual de Manzoni (en la que la idea vale más que el objeto, por oposición al «formalismo») fue Duchamp con su «Fuente» expuesta en 1917: un urinario comercial de porcelana…sin más…
Estos y otros muchos ejemplos pueden hacernos descreer del Arte Contemporáneo pero no hay que denostar a toda esa gran producción que hoy día los artistas realizan, con nuevos medios que desbordan a los tradicionales: pintura y escultura. Actualmente los artistas «visuales» utilizan otras técnicas como la fotografía o el vídeo, y además cuentan con las redes sociales (Youtube, Facebook) para difundir su creación, saltando si es necesario por encima de los circuitos tradicionales (galerías, museos).
El Arte Social tuvo su explosión inicial a raiz de la Revolución Soviética y el breve periodo sin censuras de los primeros años: cineastas como Eisenstein (El acorazado Potemkin, Octubre), Aleksandrov o Pudovkin. O artistas plásticos «al servicio de la revolución», lo que se llamó el Constructivismo: Tatlin, Rodchenko, Malevich, Mayakovsky, Popova… Bajo el mandato de Lenin, en los primeros años tras la Revolución, se acuñó el término AgitProp (abreviatura de Agitación y Propaganda) como un intento para concienciar e instruir a las masas. Hasta se organizó un tren AgitProp en el que, actores y artistas, recorrieron la URSS difundiendo sus mensajes.
Hace pocos años pude ver una exposición magnífica en el Museo Reina Sofia: «Una luz dura, sin compasión. El Movimiento de la Fotografía Obrera (1926-1939)» (podéis informaros en Google). En el número del 25 de Marzo de 1926, la revista AIZ (Arbeiter Illustrierte Zeitung = revista ilustrada para los trabajadores), dirigida por Willi Münzenberg hizo una convocatoria a los potenciales fotógrafos amateurs para proveer imágenes de la vida cotidiana proletaria. Dicha convocatoria fue un éxito y se crearon grupos de fotógrafos obreros en toda Alemania, primero, y en el resto de Europa después.
Portada del catálogo de la exposición. En la portada, fotografía de un padre y un hijo alemanes, en una sesión de cine
Al mes siguiente aparecería en la URSS el primer número de «Sovetskoe foto«. Su fundador, Mikhail Koltsov (más tarde comisario político en nuestra Guerra Civil y después depurado en las purgas estalinistas), comenzó una colaboración con Münzenberg que duró hasta 1936 y que originó miles de imágenes de un descarnado realismo (podéis buscarlo en Google bajo el título de la exposición), desde las pésimas y durísimas condiciones de vida de los obreros en toda Europa, de una miseria equiparable al Tercer Mundo, a los logros sociales soviéticos, en un momento de pleno prestigio soviético. En 1930 se incorporó a AIZ el fotomontador Helmut Herzfeld, que renunció a su nombre alemán por el más conocido de John Heartfield, autor de fotomontajes críticos con el nazismo, y que también publicó trabajos muy conocidos sobre nuestra Guerra Civil.
Montaje de John Heartfield sobre la Guerra Civil española
AIZ disfrutó de un prestigio sin precedentes, llegando a la increíble cifra para su época de medio millón de suscriptores. Uno de sus reportajes más célebres fue: «24 horas en la vida de una familia obrera en Moscú», sobre la familia Filipov (nada que ver con el mafioso ruso Petrov de la Costa Brava). Una familia obrera «normal», en la que todos los miembros tenían un trabajo (el padre, en una fábrica colectivizada por los obreros) y disfrutaban de una vivienda digna, polideportivos, bibliotecas públicas, etc. Para los alemanes de entreguerras, con un índice de paro cercano al 20% -casi como el de España hoy día- y gran miseria social, el ejemplo de los Filipov era la demostración de que la revolución social era posible. De hecho se organizaron un par de viajes hasta Moscú para conocerles y entrevistarles demostrando que sí, que el reportaje era totalmente cierto.
Otro de los fotomontajes de Heartfeld titulado: «Adolf, el superhombre, traga oro y vomita basura»
AIZ duró hasta 1933, año en que Hitler subió al poder, quedando prohibidas en Alemania la publicación de ésta y otras revistas. AIZ se «mudó» a Praga y su director, Willi Münzenberg a París, muriendo asesinado en extrañas circunstancias al huir de París tras la ocupación alemana. Se ve que «molestaba» mucho.
Pero el Arte Social no acabó tras la 2ª Guerra Mundial. La denuncia continúa. Aquel AgitProp soviético tuvo un rebrote en Gran Bretaña, durante los años 80, bajo el gobierno de la conservadora Margaret Thatcher. Artistas socialistas y de izquierdas fueron acusados de utilizar el AgitProp para difundir ideas extremistas a través del teatro y de la televisión. Directores de cine como Ken Loach en filmes («Lloviendo piedras», «Mi nombre es Joe», o «Tierra y libertad» basada en la novela «Homenaje a Cataluña» de George Orwell, que luchó en la Guerra Civil) denuncian la explotación de la clase trabajadora británica.
Una expresión muy extendida es el Urban Art, que va desde las pintadas callejeras con declaración de intenciones y expresiones, más o menos trabajadas (el Muro de Berlín está cuajado de graffittis) hasta un arte mucho más elaborado del que el mejor ejemplo es el artista anónimo británico Banksy (consultar su película: «Exit through the gift shop«), con sus famosas imágenes de ratas, policías o soldados, que forman parte ya del paisaje urbano.

Hace pocas semanas leí una entrevista al escritor Félix de Azúa por un llamativo titular, en el que decía: «hace treinta años que no se hace arte social en España....»
Admiro a Félix de Azúa hace tiempo. Doctor en Filosofía, escritor («Diario de un hombre humillado», entre otros), barcelonés antinacionalista, autor de una frase que siempre me ha gustado: «la filosofía y el arte no requieren excesivo talento: requieren coraje«. y pensé que no es uno de esos artistas «viejunos», premios Nobel incluidos -y aquí no pienso dar nombres aunque haberlos haylos- que cuando hablan del arte actual sueltan siempre cosas del estilo de: «la poesía ha muerto», o «ya no se escribe nada bueno»…opiniones requeteviejunas fundadas sobre todo en que siguen anclados en su tiempo y lo actual les desborda.
Al leer en profundidad la entrevista, efectivamente, Féliz de Azúa lo que sostiene es que el Arte debe tener un ideal, si no revolucionario, sí de influir en la sociedad, cosa que según él hace treinta años que no se produce. Pero en este caso, y lamentándolo, discrepo de su criterio.
No obstante, sigue habiendo Arte Social en todo el mundo, en Europa y, concretamente, en España. Baste un ejemplo: la última exposición, «Los encargados», por dos artistas bastante toca-pelotas…en el sentido social de la palabra: Jorge Galindo y Santiago Sierra.

Apoyados por su galerista, Helga de Alvear (nada sospechosa de ser una perroflauta), rodaron un video el 15 de Agosto del 2.013 en la Gran Vía de Madrid como una especie de cortejo fúnebre: unas limusinas sobre los que apoyan grandes retratos, ¡puestos del revés! del rey Juan Carlos y los seis presidentes de la democracia, con la música de fondo in crescendo del coro de la Varsoviana, más conocido en España como «¡A las barricadas!«….(podéis ver parte en Youtube).
Desde luego, hace falta valor para semejante declaración de intenciones. Se merece un aplauso.
¡Camaradas: la lucha continúa!
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