Distinguida señorita: Aunque mis contínuos paseos a lo largo de su calle y las miradas a lo alto de sus balcones le hayan podido dar una leve medida de la desazón que comienza ya a acibarar mi vida…
Ernestina, dulce muñeca sentimental: Ante la necesidad de expresarte el sentir, los ímpetus de mi corazón torturado….
Se supone que ya nadie escribe cartas como éstas, sacadas de un manual para escribir epístolas de amor de comienzos del siglo XX. Pero suponer que una carta de amor es una antigualla de los tiempos de nuestros abuelos implica no sólo cometer un grave error de apreciación, sino también desperdiciar una buena posibilidad en el juego sentimental.
¿Por qué una carta, en estos tiempos en que es tan fácil llamar por teléfono?… Y cuando digo carta no excluyo modernos medios, como los e-mail.
Una palabra escrita tiene mucha más fuerza, mucho más peso que una palabra expresada por la vía oral. Lo que se dice no deja huella, no hay constancia, una vez que el oído la percibió se evapora, desaparece, puede olvidarse, no existen pruebas.
Lo que se escribe, por el contrario, es un testimonio que podemos releer tantas veces como queramos, que nos devolverá a la memoria, por mucho tiempo que haya pasado, aquel sentimiento que la inspiró. Pero, además, la palabra escrita penetra con más fuerza en la memoria que ninguna otra forma de conceptualización de una idea. Esto sucede a causa de la fuerza que posee la memoria visual.
Muchos hombres pueden pensar que expresar sus sentimientos es signo de debilidad y, sin embargo, pocas cosas sorprenden más agradablemente a una mujer que recibir una carta de amor.
A todos nos gusta que nos digan cosas bonitas, y todos queremos que nos quieran. Desde la psicología a la biología, registran como un hecho inherente al comportamiento humano la necesidad de amar y ser amado. Quienes consideran cursi la expresión de un sentimiento, lo único que hacen es erigir barreras para que su propia afectividad pueda manifestarse. Los sentimientos no han desaparecido. Simplemente se encuentran reprimidos hasta el punto que hemos olvidado la forma de manifestarlos y perdido la costumbre de hacerlo.
¿Cómo se escribe una carta de amor?. Desde luego que el estilo ha cambiado. Escribir, hoy día, frases como
…porque desde hace mucho tiempo, amiga mía, siento tal naciente amor por usted, que su recuerdo ilumina la triste nostalgia de mis horas lejos de su presencia y pone en mis noches de insomnio una amargura que quisiera mitigar…
quedarían un tanto obsoletas. Lejanos quedaron los tiempos de la poesía arábigo-andaluza, con sus matices, o la poesía juglaresca, con su idealización del amor.
Las reglas que los antiguos manuales aconsejaban, tanto para enviar: dedicatorias, frases inflamadas de pasión…, como para contestar: qué perfumes añadir al papel, qué color, tiempo de respuesta…no menos de tres ni más de cinco días…se quedaron relegadas a los tiempos del lenguaje del abanico.
No hay que esforzarse en pretender ser un poeta. Si exige alguna regla, ésta consiste en ser natural, espontáneo. Expresar con claridad los sentimientos, sin sentir vergüenza por ello.
Vale la pena intentarlo. A lo mejor descubrimos que no es tan complicado. O nos sorprende descubrir que teníamos, oculto, un lado romántico. O, a lo mejor, lo que más nos sorprenda sea el efecto producido en la otra persona. A mí me funcionó…