Generalmente cuando nos planteamos adoptar un gato pensamos directamente en un “gatito”, esto es: un cachorro al que podamos educar pero…¿por qué no plantearnos adoptar un gato adulto?… Pensamos que un adulto podría crear problemas pero se suelen adaptar muy bien. La ventaja es que ya está «criado», más hecho en cuanto a desarrollo y madurez, y sin alguno de los problemas que, a veces, aquejan a un cachorrito.
Un gato hecho y derecho
Ciertamente la introducción de un gato adulto necesita quizá un poquito de experiencia en cuanto al trato y manejo previo de otros gatos. Pero esto es cierto sólo en algunos casos, en otros adoptar un gato adulto ha sido la primera opción, generalmente exitosa.
El origen del gato adulto tiene cierta importancia: bien porque sea adoptado de la calle, bien porque proceda de la casa de otra persona. En uno u otro caso habrá que controlar su estado de salud y si está vacunado y desparasitado.
Hay muchos casos, en gatos domésticos de libre acceso al exterior, en que es el gato el que nos «adopta» a nosotros. De repente, un gato que deambulaba cerca de nuestra casa, sea porque le ponemos comida, porque nos vé “fiables” o porque le gusta nuestro jardín, decide instalarse allí como si lo hubiese hecho toda la vida. Pueden ser gatos, incluso, con domicilio fijo, pero que con ese desparpajo de los gatos, que no se supeditan a un amo, si alguien les cae bien, se mudan y ya está. Conozco, no uno, ni dos…muchos casos de gatos que se acoplaron cual okupas a una casa y que, al cabo de los meses o de los años se descubrió que era el gato de unos vecinos que vivían unas cuantas casas más para allá.
¿Qué hay que tener en cuenta?
En cualquier caso es aconsejable una visita al veterinario, y más en gatos procedentes de la calle. Conviene saber si ha estado vacunado, en qué fecha y de qué. Tal vez el dueño anterior nos diga que sí, que lo está…pero sólo mirando las fechas y sellos en una cartilla podremos saber con seguridad si las vacunas están en regla o si necesita algo más.
El desparasitado es muy importante. Un análisis de heces con una pequeña muestra nos servirá para saber si el recién adoptado trae “visitantes” o no (lombrices, tenias…). Y en todo caso es conveniente la aplicación de pipetas insecticidas para prevenir la presencia de pulgas u otros parásitos externos. La aplicación es sencillísima y el efecto dura un mes. De hecho hay pipetas con efecto combinado, que cubren tanto parásitos internos como externos. La duración es de un mes.
La adaptación a un sitio nuevo
Si en casa ya hay otros gatos, habrá que tener cuidado los primeros días, porque siempre es fácil que ambos –el recién llegado y el propietario- se asusten ante lo que consideran un extraño. El «residente», con ese instinto territorial de los gatos, puede sentirse invadido por este intruso reaccionando con miedo, que puede conducir a agresividad. Son más desconfiadas las hembras, más territoriales, y suelen ser más confiados los machos (sobre todo si están castrados), aunque hay excepciones en los dos campos.
Incluso si no hay otros gatos, para el recién llegado todo es nuevo, carente de olores familiares. En estos casos es muy aconsejable la aplicación de feromonas (las mal llamadas hormonas sociales), tanto en spray como en difusor, lo que va a crear un ambiente acogedor y tranquilizador, reduciendo –de 7 a uno ó dos días- el plazo de aclimatación al nuevo hogar.
La estrategia con el nuevo gato es, como en muchas otras situaciones, paciencia y no forzar. No agobiarle con caricias que tal vez él no desea, ni con nuestra presencia. Hablarle suavemente y respetando distancias. Se le puede dejar junto a su bandeja de arena y su comedero/bebedero, y que luego haga lo que quiera.
Normalmente se esconderá. Al fin y al cabo lo nuevo nos asusta a todos hasta que lo asimilamos. Pero poco a poco irá saliendo y explorando su nueva casa, frotándose con las esquinas para dejar su olor personal. Cuando ya la haya reconocido y se sienta seguro, se irá acercando a nosotros o se nos subirá a las rodillas, como si toda la vida hubiese estado allí.