Ejemplo de gatos bien socializados y nada estresados
Hace poco más de veinte años que se sintetizaron y comercializaron las feromonas faciales de los gatos. El uso que se puede hacer de ellas en la clínica felina, sobre todo para aliviar situaciones de estrés (la fuente de prácticamente el 100% de los problemas de conducta de los gatos), es todavía el gran desconocido por parte de los veterinarios que, por otra parte, ven como cada año se incrementa el porcentaje de gatos en su práctica diaria y, con ellos, el número de consultas por alteraciones del comportamiento.
Las estadísticas realizadas en países como Estados Unidos nos muestran que el 46% (casi la mitad) de los propietarios de gatos piensan que éstos presentan comportamientos anormales. Y en base a estos trastornos de conducta (reales o imaginados) se produce un 15% o más de abandonos y eutanasias.
Sólo en Estados Unidos se sacrifican aproximadamente cuatro millones de gatos al año (algo menos del censo total estimado de gatos en España) en las sociedades protectoras, saturadas por el abandono de animales, debido a esta razón. Y para acabar con los números: en nuestro país la Fundación Affinity (antes Fundación Purina) calculó un mínimo de 25.000 gatos abandonados al año.
Desconocer el uso de las feromonas es desaprovechar la solución para muchos casos que nos plantean propietarios desesperados. No utilizarlas en esos casos es desperdiciar consultas, pacientes, y clientes.
Las claves del estrés. El miedo al cambio:
Gatito asustado ante la «amenaza» de la niña
- a) la territorialidad:
El agriotipo del gato doméstico, el gato salvaje norteafricano o Felis lybica, es un animal cazador, solitario y territorial. Necesita conocer perfectamente el medio por donde se mueve para que la caza sea productiva, y necesita marcar constantemente ese territorio con dos finalidades:
1/ dejar señales destinadas a él mismo para tranquilizarle al detectar su propia presencia y el control del lugar (“yo ya conozco esto, estuve aquí ayer”), con las feromonas faciales.
y 2/ avisar a posibles intrusos. Su principal interés respecto a los congéneres (excepto en la época del celo) es verse lo menos posible y evitar peligrosos enfrentamientos, en los que hasta el vencedor puede resultar herido. Y para esto utiliza el único lenguaje que no requiere cercanía: el olfativo, a base de señalizar sus zonas (de descanso, de caza, de paso) con diferentes secreciones por donde elimina sus feromonas informando a todo aquel que las huela sobre su edad, sexo, estado de salud y receptividad, así como el tiempo que hace que fueron depositadas (“soy un macho fuerte, joven y bien alimentado, pasé hace pocas horas, cuidado conmigo”).
Para un animal tan apegado a su territorio como el gato, cualquier novedad, cualquier cambio por nimio que nos pueda parecer va a resultar amenazador, y le puede acarrear estrés. Para los gatos, la estabilidad en su entorno es fundamental.
- b) el etograma del gato asilvestrado vs. el gato doméstico:
Si comparamos la “agenda” diaria de un gato de vida libre con la de un gato casero, vamos a observar grandes variaciones en el tiempo destinado a las actividades más importantes: cazar, comer, jugar, asearse y dormir.
En el capítulo de la caza los gatos salvajes destinan una media de 4 a 8 horas al día, pudiendo llegar a 12 horas, según sus necesidades y la disponibilidad de alimento. Todas esas horas van a quedar vacías en un cazador “condenado al paro”, como el gato casero, con un comedero siempre lleno.
Pero la caza no es solamente matar y comer. Es un conjunto de horas destinadas a la actividad física del acecho y la captura, la “emoción” de la caza. El gato va a dedicar esas horas muertas en dormir más, pero va a volcar la energía sobrante en las llamadas “actividades orales” (liberación del estrés por el movimiento, algo así como la Enfermedad Obsesivo-Compulsiva o las estereotipias que estudian los psiquiatras), fundamentalmente la bulimia y el acicalado obsesivo: dos síntomas que podremos asociar ya con un gato estresado. Y otra forma de desahogar sus energías es la de los “juegos de caza”: el acecho de tobillos y manos, con el lógico desagrado de los propietarios “cazados”.
- c) el periodo de socialización y la influencia materna:
El periodo de socialización (antes periodo sensible, o periodo crítico) abarca el espacio de tiempo en que el cachorro ha adquirido la suficiente fuerza física y agudeza de los sentidos como para comenzar a explorar su pequeño mundo, a reconocer las cosas que le rodean, pero debe acabar antes de que, inexperto y con más autonomía, pueda empezar a “meterse en líos”. Su final coincide con la activación en el cerebro de los llamados centros del miedo, que van a frenar la aceptación de todo lo nuevo.
La Dra. Eileen Karsh, de la Universidad Temple,de Filadelfia, logró determinar en 1983 con exactitud el periodo de socialización para los gatos, que abarca desde las dos semanas hasta las siete semanas de edad.
Varía mucho según cada especie: en los animales precociales (aquellos capaces de valerse por sí mismos desde el nacimiento) es cuestión de horas, o incluso minutos: el fenómeno de la impregnación, que estudió Konrad Lorenz con las ocas recién salidas del cascarón. Por el contrario, en las especies altriciales (de desarrollo mucho más lento, como nosotros, por ejemplo) no hay tanta urgencia en que el cachorro “aprenda” a qué especie pertenece.
Konrad Lorenz con sus ocas troqueladas
Pero si, por ejemplo, en un animal social y con fuerte protección familiar como los cánidos, ese periodo puede extenderse desde las cuatro a las doce semanas de edad, en una especie como el gato, en que la madre debe ocuparse ella sola tanto de cazar como de la crianza de los gatitos, sí que corre más prisa para que los cachorros espabilen rápido, y el periodo debe ser más precoz.
Es durante este periodo de socialización cuando los gatitos aceptarán como normales, como parte de su “territorio conocido” otras especies diferentes que, una vez superado el periodo de socialización, ya sólo inspirarán como mínimo desconfianza y miedo, cuando no agresividad. Un gato no-bien socializado, como un gato callejero, podrá aceptar nuestra comida, pero no nuestro trato ni nuestro contacto. Podremos tenerle en casa con nosotros pero será de por vida un animal nervioso y proclive a respuestas de estrés.
Una pareja «imposible» en la naturaleza, pero adaptada gracias a la socialización
El marcador somático: repertorio de aprendizaje emocional adquirido. O, lo que es igual: la carga innecesaria de experiencias negativas, lo que conducirá a respuestas emocionales, con frecuencia excesivas. El miedo se retroalimenta, y crece.
Un gatito bien socializado puede “malearse” a costa de malas experiencias o, muy importante, la influencia materna. Según sea la madre, se orienta el carácter del cachorro, “aprenden” el miedo. Pero un gatito que desde muy pequeño haya visto, oído, tocado y olido personas, ése será el indicado si queremos tener un gato confiado y no problemático en el futuro.
- d) El gato estresado. Los circuitos neuronales del miedo y su perpetuación.
El estrés produce en los gatos respuestas variables, y más según sea cualquiera de sus muchas causas. Lo mismo puede darle por no comer, que por la bulimia. Por no moverse que por recorrer nerviosamente la vivienda. Por depresión que por ansiedad. Puede producirle cistitis idiopática (confundible con F.U.S.: Síndrome Urológico Felino) o una colitis nerviosa. Por marcar en exceso que por esconderse en un rincón. Por agresividad que por apatía. Pero en general el propietario “observador” suele notar cambios en lo que se considera la actividad normal de un gato: comer frecuentemente pequeñas cantidades, jugar, interactuar con sus dueños, pasear por la casa…
Como mencioné en la introducción la causa principal del estrés, en un animal tan “conservador” como es el gato, son los cambios, las novedades de cualquier tipo en su territorio, aunque sus dominios se limiten a un apartamento de veinte metros cuadrados. Todo su interés se centra en reconocerlo constantemente, y en prevenir la aparición de posibles competidores. Y para ambas funciones utiliza su lenguaje preferido: el olfativo. Y para escribir sus mensajes, las feromonas.
3/ Las feromonas:
La existencia de las feromonas se sospechó ya en 1925, con los experimentos del francés Henry Fabre acerca de la atracción de las polillas hembras sobre los machos que se encontraban a kilómetros de distancia. Hoy día las conocemos bien. Las feromonas, mal llamadas también como hormonas sociales, son un conjunto de sustancias químicas. En los invertebrados su composición es bastante sencilla: una sola molécula, dos o tres como máximo, lo que facilitó su síntesis para el control de plagas agrícolas.
En los mamíferos es mucho más compleja, y pueden estar formadas hasta por 40 componentes diferentes: cetonas, aldehidos, terpenos, aminas, alcoholes, ácidos carboxílicos, etc. También pueden ser volátiles o estables, según interesen que se difundan y lleguen lejos (feromonas espaciales, como las de las polillas de Fabre) o que, por el contrario, permanezcan en un lugar y sean fácilmente localizables (feromonas de proximidad).
Los gatos eliminan sus feromonas a través de las glándulas sebáceas de la piel y las mucosas. En los años 70, Robert Prescott, de la Univ. de Cambridge, comprobó que los gatos además de las que poseen en la base de los dedos y en las glándulas anales, tenían también glándulas emisoras de feromonas en la cola, las orejas, el mentón, las comisuras de la boca y el espacio entre ojo y oreja.
- Las feromonas faciales. La F3:
El marcaje facial es el que realiza el gato al frotar su cabeza contra objetos, otros gatos o nuestras piernas. Ya fue estudiado por los pioneros de la etología felina pero no fue hasta hace unos pocos años que se consiguieron aislar las feromonas presentes en las secreciones faciales.
Su análisis permite diferenciar hasta 40 componentes químicos distintos. De los 40, sólo 13 son comunes a todos los gatos. Y con estos 13 elementos podemos distinguir cinco combinaciones diferentes para cinco mensajes distintos, que los investigadores llamaron F1, F2, F3, F4 y F5.
Nos interesa la F4 (de familiarización, comercializada como “Felifriend”), que es la que el gato frota contra otros gatos u otras especies que les resulten familiares, y aplicada por nosotros le hará sentirse “entre amigos”, y sobre todo la F3 (de identificación, comercializada como “Feliway”), que es la que el gato frota contra objetos inanimados conocidos y que al ser aplicada por nosotros le hará sentirse “como en casa”, en un espacio cómodo, tranquilo y relajante.
El Catitude fue el primer intento de comercialización de los gatos de las feromonas, pero por una mala explicación o un mal lanzamiento comercial, la idea no prosperó
4/ El control sobre el comportamiento del gato:
Esta foto obviamente es una broma, el texto original decía: ¿quién se ha orinado en la alfombra?… El castigo o la amenaza NUNCA es la forma de educar a un gato
Ante un gato estresado que manifiesta trastornos del comportamiento, o incluso ante un gato no estresado que, simplemente, desarrolla sus hábitos por instinto (p. ej. el marcaje en los machos enteros) y nos molesta, contamos con varios recursos. Algunos son muy eficaces por sí solos, pero lo habitual es que combinemos varios de ellos.
- reducir el estrés: evitar en lo posible “novedades” o situaciones que puedan alterarle. Tratarle con suavidad, no forzar contactos ni caricias indeseadas. Facilitarle escondrijos (una caja de cartón puede valer) donde pueda refugiarse y sentirse más seguro. Y jamás, como respuesta a algo malo, gritarle, regañarle ni, mucho menos, castigarle, porque éso sólo va a contribuir a aumentar su estrés, al sentirse amenazado.
- Educación: a través del juego (pelotitas, cuerdas, cañas, punteros laser) interaccionar con él. Si está muy nervioso o demasiado “pesado” (cazando nuestras manos, p.ej.) no responderle, sino irnos y dejarle solo. Refuerzos positivos (premios), refuerzos negativos no estresantes (pistolas de agua)
- Medicina felina: psicotropos (ansiolíticos, antidepresivos), estimulantes del apetito. La castración reduce en un porcentaje muy elevado los problemas de eliminación inadecuada y algunos de agresividad. Deungulación, en algunos casos concretos.
- Feromonoterapia: principalmente con la F3 (Feliway), en casi todas las situaciones en que, como veremos a continuación, se va a generar estrés, minimizando los periodos de adaptación del gato a las nuevas situaciones. Nosotros aconsejamos tanto la aplicación diaria en spray como en difusor (válido durante 30 días, para una casa de aprox. 70m.). En todo caso se recomienda no saturar el ambiente y utilizarlo el tiempo necesario hasta la normalización del comportamiento del gato.
En situaciones concretas como el marcado por orina, y combinado con el uso del Feliway en difusor, sería aconsejable lavar la mancha con agua o, mejor, con detergentes aniónicos comerciales tipo KH6 y hacer una aplicación local de Feliway spray durante unos días.
5/ Situaciones estresantes más frecuentes, y su control:
- cambio de casa: desaparecen sus marcas faciales y sus zonas de reposo, de juego, de eliminación…
- obras en casa de reforma, pintura: se eliminan las marcas faciales y además hay personas nuevas, ruidos, material…
- nuevas personas en casa, o nacimiento de un bebé: se cambian las rutinas, se impide hacer al gato cosas que antes podía, se le cierran puertas, se juega menos con él, cambian mucho los olores por las personas nuevas, incluso se le mira con recelo o se le regaña si hace cosas raras
- vacaciones con el gato: casa nueva sin marcas faciales y sin sus zonas conocidas. Pasa miedo en el viaje y a veces comparte la nueva casa con otros animales, familiares, niños…
- vacaciones sin el gato: se queda solo, con comida y agua, pero sin sus rutinas, sin juegos ni los miembros de la familia ya conocidos. Puede pasar que se asusten de las nuevas personas que aparecen para echarles de comer.
- Cambios de mobiliario y/o pintura en la casa: desaparecen las marcas faciales o “su” orden de la casa, tan necesario para su tranquilidad.
- Introducción de nuevos gatos o animales: el que ya estaba reacciona con miedo ante el intruso, se siente amenazado. Si el recién llegado es un cachorrito de perro o gato insistirá en acercarse y jugar con él. Si es un gato algo más crecido, la llegada a un territorio desconocido y ya ocupado por un propietario que le recibe con hostilidad también suele producirle estrés.
- h) Llegada a la clínica veterinaria, residencias, etc. El viaje ya le altera lo bastante (ruidos y movimientos del vehículo), llega a un lugar nuevo o, peor, ya recordado con experiencias malas. Muchos olores de “miedo”de otros gatos (orines, gl. anales, sudoración de almohadillas). Gente extraña que le manipula y le hace daño…
6/ Conclusión:
Estas y otras situaciones se resuelven con unas pocas normas básicas, como comentaba más arriba hablando del control de los gatos estresados: facilitando a los gatos lugares seguros (cajas, escondrijos) en los que guarecerse cuando sienta miedo, jugando más con él para normalizar su actividad, no incrementar su estrés con castigos ni regañándole y, sobre todo, reestablecer “su hogar”, un territorio seguro, mediante la aplicación de feromonas, lo que llamamos el enriquecimiento ambiental.
Un gato estresado o bien se esconde y no se mueve, con lo que sus marcas faciales irán desapareciendo y con ellas la sensación de un lugar seguro, o bien marcará una y otra vez, no sólo con la cara sino además con orina, garras, etc, para reforzar su sensación de control sobre ese territorio que, por una u otra causa, siente amenazado.
La aplicación de feromonas en cualquiera de los 8 casos anteriores (incluso en el muy conflictivo de las clínicas veterinarias) va a reducir notablemente los periodos de adaptación a un entorno nuevo: de una media de 8 días, a uno ó dos como máximo, minimizando el estrés del cambio y las consecuencias molestas, tanto para los propietarios de agresividad y marcaje excesivo (con las posibles consecuencias de sacrificio y abandono) o para ellos: apatía, anorexia, bulimia, lamido compulsivo, cistitis idiopática, etc., etc.