Pareja de gatos callejeros, la hembra adelante, el macho detrás, a punto de entrar en acción
En el drama de Shakespeare, Hamlet, es famosa la pregunta que el príncipe danés que da nombre a la obra se plantea en el cementerio con el cráneo del bufón Yorick en la mano:
ser o no ser: he aquí el dilema…
No hay que ponerse tan dramático para pensar si esterilizar o no a nuestro gato, pero lo cierto es que, para muchos propietarios de mininos, sí les resulta una decisión, como poco, difícil.
¡Cómo no va a ser difícil plantearse, con meses de anticipación, ante una bolita de pelo tranquila, inofensiva y cariñosa, una operación mutiladora!…para colmo con sinónimos tan espantosos (que nos sugieren sangrientas y sucias maniobras) como “capar”. Es frecuente escuchar por parte de aquellos comandos “anticastración” argumentos tales como: “¡pues para castrarle, mejor no haber cogido un gato!”…Y sin embargo hasta elementos tan pro-gato y libres de toda sospecha de crueldad como las múltiples asociaciones protectoras coinciden todas, no ya en la conveniencia, sino en la necesidad de esterilizar a los felinos no destinados a la cría.
No hay que «comerse tanto el coco». Aparte de las ventajas que detallaré a continuación, hay que considerar que en cualquier animal domesticado han de producirse unos cambios destinados a facilitar la convivencia con los seres humanos. Una vaca salvaje no se dejaría ordeñar, ni un caballo salvaje se dejaría montar. Sería imposible esquilar a un carnero salvaje, y los perros seguirían siendo lobos y nos morderían.
Con los gatos lo que se tiende, además de dulcificar su carácter, es evitar muchos de los problemas de convivencia que su conducta sexual acarrea y que, en el caso de las hembras, tantas leyendas y tantos «agrios» comentarios han suscitado. Sólo por citar un ejemplo, el comentario que el naturalista francés Georges-Louis Lecrerc, más conocido como el Conde de Buffon, reflejó en su obra Historia natural, en 1825, sobre el carácter de las gatas:
…más ardiente que el macho, lo invita, lo busca, lo llama; anuncia a gritos el furor de sus deseos o, más bien, el exceso de sus necesidades; y cuando el macho la huye o la desprecia, lo persigue, lo muerde, lo obliga, por así decir, a satisfacerla… (¡tremendo, no?)
Salgan a la calle o no, lo cierto es que (y pese a los escalofríos que la castración despierta en muchos propietarios amantísimos), salvo alguna particularidad que luego veremos, esterilizar a los gatos sólo ofrece ventajas.
Las ventajas de la esterilización
1.Evitar camadas indeseadas:
Como suele pasar, cuando queremos cruzarles todo son pegas, pero uno de los grandes problemas de los gatos es que “crían como conejos”…Tanto se trate de colonias callejeras, como de gatas out-door, con posibilidad de acceder libremente al exterior, la fisiología sexual de las gatas funciona de maravilla, hasta el punto de que una gata sana y prolífica, puede sacar al año cinco, e incluso seis camadas. Y si consideramos una media de cinco gatitos por parto, es fácil hacer las cuentas: la misma gata puede colocar en el mundo venticinco nuevos gatitos sin mucha dificultad.
Si estos gatitos nacen en la calle les espera una vida de enfermedades y privaciones, con una elevada tasa de mortalidad infantil, debido a una alimentación deficiente y al elevado riesgo de contagios. Pero, aún en el caso de tratarse de una gata casera cuidada, colocar a camada tras camada, por mucho empeño que le pongamos acaba siendo, sencillamente, una tarea imposible, y son cachorros destinados a la indefensión. ¿Entendemos ahora por qué las sociedades protectoras son todas pro-castración?.
2. Conductas sexuales molestas: maullidos
La típica postal de un grupo de gatos maullando sobre los tejados y un vecino insomne y desesperado tirándoles un zapato puede resultar graciosa. Pero cuando se trata de nuestra propia gata, maullando toda la noche al venirle el celo de repente, ¡éso, señores, es una sensación de las que nunca se olvidan!…y lo digo con conocimiento de causa, porque a mi me ha pasado.
Más de una gata (y más de diez) me han traído a la consulta nada más levantar el cierre para una “castración de urgencia”, acompañada por un dueño ojeroso y desesperado, con pinta de no haber pegado ojo en toda la noche…y no es una exageración. Y casos conozco de denuncias por parte de los vecinos en los casos de gatas (las siamesas son auténticas “mezzosopranos”) particularmente ruidosas. Yo creo que el ya citado Conde de Buffon debió tener alguna de estas experiencias. El descanso es sagrado.
3. Conductas sexuales molestas: marcajes
Aunque tanto machos como hembras pueden marcar con orina o heces cuando entran en celo y quieren hacer saber a todos, cual pregón, su “disponibilidad”, es sobre todo molesto en el caso de los machos enteros, por el intenso olor de su orina. Este olor está causado por un aminoácido, la felinina, producto a su vez del metabolismo de otro aminoácido, la taurina” que, al contrario de los perros o de nosotros mismos, los gatos son incapaces de metabolizar y obtienen sólo de la carne de sus presas. El fuerte olor de la orina de los gatos no-castrados es un claro mensaje dirigido a otros gatos advirtiéndoles de la buena salud del propietario del terreno.
El macho cuando marca no lo hace dentro de su bandeja, sino sobre superficies verticales que en el exterior son árboles, pero que en casa son paredes, muebles, cortinas, etc. Dentro de un piso el olor resultante es francamente desagradable. Y en este caso concreto, la castración elimina este marcaje en un 99%, y el olor en un 100%.
4. Conductas sexuales molestas: la agresividad
Hay varios tipos de agresividad felina, y la gran mayoría son una respuesta al estrés, a esos cambios que suponen amenazas, al miedo: animales nuevos, personas desconocidas, ruidos, olores, situaciones…Si un gato se siente amenazado y puede, huirá. Si no puede, se esconde. Pero si tampoco puede esconderse reconvertirá su miedo en ataque.
Sí que hay un caso de agresividad directamente relacionada con la acción hormonal: las peleas por competencia entre los machos no-castrados. En este caso, la esterilización, al eliminar la fuente de la hormona masculina, la testosterona, va a reducir notablemente este afán de competencia entre machos. Incluso entre los otros tipos de agresividad algunos (no todos) al menos se reducirían al castrar, tanto en machos como en hembras.
Evitar problemas de salud
Tradicionalmente se castraba tanto a machos como a hembras cuando comenzaban a manifestar esas conductas molestas que acabamos de ver: maullidos, marcajes, agresividad, etc. Incluso, sigue circulando entre la gente el bulo de que “es conveniente que tengan al menos una camada”….Nada más lejos de la realidad: ni física ni psicológicamente es necesario tanto para perros/as como gatos/as ninguna “realización” de sus instintos. La tendencia actual, a nivel preventivo, es incluso la de la castración precoz, a edades tan tempranas como los dos o tres meses de edad. ¿Y estas prisas?, se preguntarán ustedes…
Esta precocidad está aconsejada en la esterilización de las hembras (perras y gatas), aparte de la mejor recuperación en las hembras jóvenes, sobre todo porque, una vez alcanzada la pubertad, se estimulan en el tejido mamario unos receptores hormonales. Es en estos receptores donde, años después, podrán desarrollarse (o no, no siempre va a pasar) la formación de tumores. La castración precoz funciona pues como una “vacuna anti cáncer de mama”, ya que está comprobado que la incidencia de tumores mamarios en perras y gatas castradas pre-pubertad es prácticamente nula.
Cuando la castración se realiza transcurrido el primer celo, el porcentaje va aumentando un poco, un 60%, aunque aún estamos a tiempo, pues a partir del tercer celo el porcentaje será similar a aquellas hembras que hayan criado o no. Además del tema de los tumores, obviamente, la extirpación de testículos, matriz y ovarios evitará la aparición de otras patologías que se asientan en estos órganos: quistes, infecciones, tumores, etc.
Alguna pequeña pega…
Sí, alguna pega ha de tener, y es la de la conocida tendencia a la obesidad en las perras y en las gatas castradas (en las perras está la de la incontinencia urinaria pero no toca mencionarla aquí). La causa de esta temida obesidad es por la desaparición de los estrógenos, las hormonas femeninas encargadas de la actividad sexual, y es un fenómeno similar al de las mujeres tras alcanzar la menopausia.
Los estrógenos, además de su papel sexual tienen tres efectos principales: aumentan la actividad, reducen el apetito y, ¡principal!, ejercen un efecto “tapón” ante la entrada de la grasa en las células. Con la castración o con la menopausia el efecto es similar: se produce menos actividad y se incrementa el apetito. Ya sólo con eso la tendencia a la obesidad estaría clara. Pero si además añadimos que desaparece el “tapón” que antes obstaculizaba la entrada de grasa, el incremento de peso puede ser notorio.
El problema de la obesidad no es sólo estético: se van a añadir complicaciones importantes para la salud del animal como la diabetes, artrosis, dermatitis, etc. Afortunadamente contamos hoy día con alimentos especiales para mantener a nuestra gatita “en forma”. No hay excusa para eludir la esterilización.
Otro día hablaremos de las distintas técnicas que se pueden emplear, y también de las alternativas posibles en aquellos casos en que no sea posible o aconsejable la cirugía.