Como mejorar el entorno de tu gato

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Gatos “in-door” y gatos “out-door”

 

Existen dentro del mundo de los gatos algunos afortunados a los que se conoce como gatos “out-door” (=de puertas afuera), es decir: aquellos que , aun teniendo una casa y unos dueños que les alimentan y les cuidan, tienen la suerte de contar con libre acceso al exterior, disfrutando de todo un mundo de sensaciones y “aventuras”. Pero también existen otros muchos, los llamados “in-door” (=de puertas adentro), los conocidos como “gatos de apartamento” que, quizá en toda su vida, no van a conocer nada más allá de los límites de lo que constituye su hogar.

Son gatos igualmente muy queridos y cuidados pero, obviamente, van a carecer de todos esos estímulos exteriores pero sólo al alcance de los “out-door”. Para estos gatos “in-door” confinados entre cuatro paredes, con una vida más aburrida, privados de la emoción del acecho, de subirse a los árboles o de perseguir las hojas, existe no obstante la posibilidad de estimular sus sentidos, de enriquecer su vida, de procurarles abundantes distracciones.

¿Se aburren los gatos?

Más que aburrirse –concepto en principio aplicado a la mente humana- lo que sí les pasa a los gatos es que, carentes de estímulos, tienden a la inactividad: a dormir largas siestas, a permanecer muchas horas en el sofá o a comer más a menudo. El gato, por instinto, es un animal cazador y, como tal, muy curioso y atento a todo lo que le rodea. Para un gato salvaje es vital conocer perfectamente su territorio y estar pendiente de cualquier cambio, de cualquier movimiento. El gato de apartamento no hace nada de eso.

 

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Los problemas de la inactividad

Está estudiado que los gatos asilvestrados, y algo menos los “out-door”, reparten las horas de su agenda diaria principalmente en actividades tales como el cazar/acechar, en descansar o en acicalarse, por ejemplo. Nuestro gato casero no necesita cazar, ya nos encargamos nosotros de que tengan su comedero lleno, de modo que todas esas horas destinadas al acecho: de 6 a 8, incluso hasta 12 en algunos casos, las van a emplear más bien en dormitar (más de 12 horas al día, incluso 16) o en acicalarse (hasta 6, cuando lo normal en un “out-door” son 3 ó 4.

 

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La primera consecuencia de tener el comedero siempre lleno, la falta de ejercicio y las larguísimas horas de siesta es obvia: la obesidad…exactamente como nos pasaría a nosotros. En unos cuantos países de los “desarrollados” más del 50% de los gatos padecen sobrepeso. Pero la obesidad va más allá de tan sólo un efecto estético. La obesidad está directamente ligada y es un factor predisponente en problemas tales como la diabetes, la artrosis, los problemas circulatorios y los de piel…igual que en nosotros.

Otra consecuencia de la inactividad por ausencia de estímulos es el acicalado obsesivo: gatos que se lamen, se lamen, y se lamen…hasta depilarse zonas enteras e incluso hacerse heridas en la piel. Podríamos equipararlo a aquellas personas “aburridas” que se muerden las uñas, o se rascan sin parar.

Cómo aumentar los estímulos dentro de casa

No tenemos más que observar la tremenda excitación que una mosca en la ventana les produce. Hasta el gato más tranquilo la mirará fijamente o dará saltos para intentar atraparlas en el cristal… Pero no se trata de llenar la casa de moscas (o de ratones) para aportarles un poquito de animación. Hay otros trucos mucho más sencillos. Los hemos mencionado en ocasiones anteriores, pero no sobra recordarlos.

rascadores. Aunque su función principal es la de que se afilen las uñas (y dejen en paz el sofá de piel), algunos de ellos son prodigios de ingeniería gatuna: con varios postes, con varios pisos, con plataformas, con escondrijos… A los gatos les encanta  meterse en sus recovecos o subirse a ellos, se sienten más “seguros” en lo alto, igual que los leopardos en lo alto de una acacia.

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La lógica felina. A este gato le acaban de instalar un super-rascador y, ¿dónde se ha instalado?: ¡encima de los cartones!

-ventanas. Una mirada al mundo exterior distrae a cualquiera, podemos tirarnos horas asomados a la ventana. Y a un gato curioso más todavía. Pero, ¡ojo!, ya hablamos en su día del conocido como Síndrome del Gato Paracaidista: todas las lesiones, más o menos graves, que puede sufrir un gato cuando, por un descuido, cae desde una ventana. La forma más sencilla es protegerles de accidentes mediante una tela metálica que nos permita ventilar la casa y a ellos asomarse y cotillear, pero evitando percances desagradables. Hay muchos tipos de rejillas, desde las comerciales hasta las que nosotros mismos, con un poquito de maña, podemos fabricar.

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-el juego. ¿Necesitan jugar los gatos?….¡¡¡sí!!!. Parece mentira que desde los orígenes solitarios de su antepasado, el Felis lybica, haya salido un animal tan juguetón. Con el juego estimulamos sus instintos, ayudamos a que descarguen toda esa actividad que ya no desarrollan con la caza y además, ¡muy importante!, reforzamos los vínculos entre ellos y nosotros. El juego va desde llamarles para que acudan (y premiarles con caricias) a todo ese mundo de cuerdas, ratoncitos de peluche, cañas, plumas o pelotitas. Y un elemento que les encanta son los punteros láser: se pueden tirar mucho, mucho rato persiguiendo a ese “mágico” puntito rojo y saltando tras él, intentando cazarle, por suelos y paredes.

-compañero de juegos. No hay nada más divertido que ver jugar a dos gatos. Es cierto que a veces la introducción de un segundo gato puede causar cierto estrés, aunque sólo sea temporalmente. Pero si ambos son jovencitos se adaptarán sin ningún problema desde el principio, y les proporcionará toda la distracción que necesitan.

-el enriquecimiento ambiental. Tenemos aún otros medios a nuestra disposición para que un gato  se sienta a gusto en casa, o para minimizar el estrés que tantas cosas (ruidos, personas o animales extraños, cambios de casa) les pueden producir. Algunos son tan sencillos como una simple caja de cartón vacía, donde les encantará esconderse, o el uso de las feromonas, que les relaja haciéndoles sentir “como en casa”. Pero eso ya es tema para otro artículo.

 

gato de la Acrópòlis

                   Un gato arqueólogo, el gato de la Acrópolis de Atenas

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